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  **SALUD OCUPACIONAL**
 
DR. EMIGDIO CAÑIZALES GUÉDEZ

PADRE DE LA SALUD OCUPACIONAL EN VENEZUELA


El Dr. Emigdio Cañizales Guédez, nativo de Chejendé. Fue miembro del partido comunista desde su época de estudiante de bachillerato.
Conocido por su trayectoria en la rama de la medicina, iniciando sus estudios en la universidad central de Venezuela y culminándolos en España al exilarse por sus actividades revolucionarias. En sus 82 años de vida fue un gran humanista, porque además de medico fue maestro, parlamentario, poeta, escritor, historiador, internacionalista y luchador social.
Una de sus obras fue “historias y cantos de Chejendé” dedicada al pueblo que lo vio nacer.
Emigdio Cañizales Guédez es considerado el padre de la salud ocupacional de Venezuela, fue él quien inicio los estudios de la medicina del trabajo en Venezuela, así como la corredacción e impulso junto al jurista Pedro Díaz, de la ley orgánica de prevención, condiciones y medio ambiente del trabajo (LOPCYMAT).
En honor a la perseverante labor efectuado por este médico venezolano, varios centros de salud en diferentes estados del país llevan su nombre.

APROXIMACION A LA VIDA DE EMIGDIO CAÑIZALES GUEDEZ

“En mi vive un obrero, un campesino, un artesano vive, vive un hombre de ciencia, vive un hombre de letras, y un soldado”
Con este verso se autoretrataba el camarada Emigdio Cañizales Guédez, natural de Chejendé, Estado Trujillo, quien había nacido un 22 de octubre de 1922, siendo sus padres el Dr. Abel Cañizales y Ana Guédez de Cañizales.
 
De esa población de Chejendé siempre hablaba nuestro querido camarada, y él, ensayista de numerosos tópicos pero además autoreconocido comunista, anticlerical como debe ser un comunista, escribió muchas cosas de su pueblo natal, entre ellas, aunque parezca contradictorio, una dedicada nada menos que a una virgen paramera, quizás ubicada ese imagen en algún alejado camino que recorrió en algún momento de la primera parte de su vida, ensayo que como muchas de sus obras aun no se han publicado. Estimamos que mas de una docena de ensayos de Emigdio no alcanzaron la luz de la publicación. Nos tocó oirle cuartillas de algunos de ellos como uno relacionado con la visita del Libertador Simón Bolívar a La Guaira.
Nuestro acercamiento a Emigdio se produce cuando en 1975 me hice funcionario del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, luego de una interesante pero frustrada iniciación del ejercicio profesional como ingeniero en la planta de ensamblaje, que la transnacional General Motors tuvo en La Yaguara, Caracas.
 
Fuimos al ahora Ministerio de Salud interesados en dar nuestro servicio social en materia de mantenimiento de hospitales, pero la corrupción que reinaba en esa estructura me horrorizó por lo que decidí intentar trabajar en la UCV. Me encontraba buscando donde trabajar cuando surgió una requisitoria de ingenieros para la División de Ingeniería Sanitaria, en aquella época adscrita a la Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental, instituciones ambas hoy desaparecidas.
 
Allí fuimos a los cursos de inducción de los programas de calidad de aguas, calidad del aire, control de construcciones, control de residuos sólidos, control de roedores y uno que se llamaba higiene ocupacional.
 
Nos interesó ese programa de higiene ocupacional, ya que desde la época de estudiante participaba en actividades de apoyo a los grupos de la izquierda que pugnaban por arrebatarle los sindicatos a los dirigentes adecos –desde el MIR hasta la CR– y con el grupo político que militaba en Catia, la Oficina de Asesoría Laboral de Guaicaipuro I, habíamos conocido y acompañado a trabajadores en sus reclamos por mejores condiciones de trabajo, de manera tal que este programa nos cautivó desde un primer momento, porque cuando se tiene conciencia social se busca devolver a la sociedad lo que la sociedad ha invertido en uno.
 
Para ese entonces teníamos pues el conocimiento de lo que le pasaba a los trabajadores en las empresas cuando no se cumplen normas de seguridad, ya en la General Motors, habíamos conocido a un trabajador con sordera profesional y personalmente nos vimos afectado con una dermatitis profesional. El conocimiento es el primer paso para asumir un determinado estado de conciencia.
 
En el Programa de Higiene Ocupacional conocimos a Emigdio, para esa momento ya él no trabajaba en ese programa, los adecos se las habían arreglado para sacarlo junto a José Rafael Felice, pero ese par de titanes no se fueron en blanco, dejaron a su paso por el Ministerio de Salud el Reglamento General de Plaguicidas, que años mas tarde, cuando se desató el neo-liberalismo fue desechado permitiendo que los importadores trajeran a Venezuela cuanto químico le interesara al capital, sin importar su impacto a la salud y la vida los campesinos, sus familias y al ambiente.
 
El Reglamento General de Plaguicidas había sido diseñado para controlar el ingreso de sustancias altamente tóxicas o muy persistentes en el ambiente, que han sido a lo largo de nuestra historia, la causa de la muerte de numerosos trabajadores del campo por el trabajo realizado, de sus familiares por la contaminación directa o por los accidentes que se suceden cuando tales sustancias son embotellados en recipientes de uso común, como los de refrescos. Cañizales y Felice llegaron a plantear la regulación de las llamadas aspersiones aéreas, pero cuando estas aspersiones comenzaron a impactar los centros poblados, como lo hacía la flota aérea estadounidense con el agente naranja sobre los campesinos vietnamitas, propugnaron que se prohibieran las aspersiones aéreas, como ya se estaba haciendo en los países escandinavos.
 
Del primer contacto con Emigdio nos impresionó la forma directa como hablaba, sin titubeos, demostrando siempre mucho conocimiento del tema que trataba, dejando en claro siempre y por delante su rol de aliado de la clase obrera. Siempre recordamos cuando ya activados como grupo de apoyo a la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales, visitamos la planta siderúrgica Sivensa ubicada en La Yaguara, y ante los gerentes de la planta indicó que su presencia como técnico para nada invalidaba la posibilidad que en la tarde, cuando ya hubiese finalizado ese rol, regresara al portón de la empresa a dar a los trabajadores las herramientas políticas para salir de la explotación a la que expone el sistema capitalista.
 
También hablaba muy alto, casi a los 80 decibles, y al principio nos pareció característico de las personas que hacen vida sindical, pero después supimos que eso se debía a un proceso de pérdida auditiva, iniciado en el histórico Viet-Nam a donde fue enviado por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) a formarse en la medicina de guerra, recibiendo además lecciones políticas de Ho Chi Ming, el gran líder y conductor de la revolución vietnamita y lecciones militares de Guyen Van Giap, el hombre que logró en el terreno derrotar a las fuerzas del imperialismo estadounidense. Cuando visitabamos a Emigdio y a Lourdes en su casa de Macuto siempre nos mostraba orgulloso fotos de esa época.
 
Empezó Emigdio a militar políticamente desde octubre de 1939 en los días de su cumpleaños número 18, cuando ingresó a la secundaria. Sus estudios de primaria los inició en Chejendé y los culminó en Barquisimeto, los de bachillerato los inició en Trujillo y los culminó en Caracas, graduándose de Bachiller en Ciencias en 1945.
 
De esa época le viene la fibra de escritor, ya que en el bachillerato dirigió y publicó periódicos estudiantiles.
 
Comenzó sus estudios de Medicina, en la Universidad Central de Venezuela, pero por sus actividades políticas debió salir del país, graduándose de médico en la Universidad Central de Madrid, España. En 1956 obtuvo en el Royal Intitute of Hygiene and Public Health of London (Real Instituto de Higiene y Salud Pública de Londres) su Certificado en Salud Pública y Diploma en Salud Industrial. Se convirtió de este modo en el primer profesional venezolano en obtener, un título de cuarto nivel en materia de salud ocupacional, y además de ejercerlo. Su título de galeno lo revalidó en la Universidad del Zulia en 1957. Además hizo estudios de Epidemiología en Argentina y de los peligrosos Plaguicidas en 1975 con la Organización Panamericana de la Salud.
 
Además de médico cirujano, fue historiador, guerrillero, poeta, escritor, aficionado a la pintura y la talla de la madera, y se destacó por muchos aspectos, uno de ellos su presencia en la prensa, tanto legal como la clandestina.

Por eso su nombre apareció en periódicos como Tribuna Popular, Ultimas Noticias, Cantaclaro y hasta el hoy oligarca El Nacional. En 1961 en plena lucha armada en nuestro país, era uno de los redactores de Tribuna del Este, órgano del Partido Comunista de Venezuela en la clandestinidad para esos momentos.
 
En uno de sus últimos artículos en la prensa, publicado en el diario Ultimas Noticias, Cañizales se refirió a un tema de actualidad, el rol equivocado que algunos comunicadores sociales asumen cuando actúan como agentes políticos en sus continuados ataques al Presidente Chávez, lo cual lo indignaba como a todos los que vemos a muchos periodistas que tergiversan los hechos, muestran un solo lado de la noticia y hasta se presentan como víctimas de agresiones que solo están en sus mentes. En el primer párrafo del artículo Vilipendio Habemus publicado por el diario Ultimas Noticias el 19 de marzo de 2003 escribió: “Desde hace tiempo he estado por asomarme al volcán de improperios, denuestos, insultos, descalificaciones, que en los medios de comunicación y en actos públicos coordinadamente organizados, se vierten sobre el Presidente por sus enconados adversarios....”
 
Su obra escrita fue prolija. Destacan, “El Médico Industrial” (1960), “Voces Vegetales” (1973), “Chejendé, historia y canto” (1982) ensayo histórico social prologado por Miguel Acosta Saignes, “El Viejo Gabaldón del Tamaño del Tiempo” (1988), “El Médico y las Leyes” (1984), “El Indio en la Guerra de Independencia” (1993) prologado por J.J. Armas Chitti, “Fuentes Maestras de Atención Primaria en Salud” (1993) prologado por Eric Omaña y “Miton apuntes para su historia” (1993).
 
En este último libro cuenta una anécdota que le ocurrió apenas a los 10 años de edad y que juró a su madre no divulgar, lo que hizo a los 70 años con este ensayo de esa población trujillana que vale la pena comentar.
 
Fue enviado de Chejendé hasta Miton, para que enseñara a la maestra de la localidad las operaciones matemáticas de regla de tres, simple y compuesta así como la regla de interés compuesto, que ella no dominaba. Inició de este modo Emigdio su rol de educador del cual no se separó nunca en toda su vida.
 
Cuando los adecos lo sacan del entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social conjuntamente con José Rafael Felice, ambos fundan en 1974 la Cátedra de Medicina del Trabajo en la Facultad de Medicina de la UCV, hecho de importancia porque hasta entonces, los médicos venezolanos obtenían sus títulos que les permitan asistir a las personas enfermas en la recuperación de la salud sin saber, que una parte importante de la morbilidad de los adultos tiene que ver con el trabajo.
 
Emigdio con esa garra de educador que desarrolló desde muy niño, formó a varias generaciones de médicos ucevistas en lo relacionado a identificar, no solo la causa de la enfermedad en las condiciones de trabajo, sino a relacionar esa enfermedad con la explotación del trabajo humano por parte de los empleadores y empleadoras.
 
Del poemario Voces Vegetales podemos comentar que es como una recopilación de versos que creemos los comenzó a organizar estando en la cárcel por la forma cronológica en que los presenta. Todos son impresionantes, muy sencillos, no soy crítico de arte, pero nos muestran la faceta de alguien que se preocupó por recoger cada impresión de su vida en forma tan fácil de entender, desde Cadáver 16 escrito en la sala de disecciones de “San Lorenzo” en 1947, Bucare Arbol-Emblema del Estado Trujillo en 1952 y la parte mas abundante, los poemas relacionados con los años de la lucha armada, entre ellos el Salmo Rojo a Toribio García y Yo ví morir a los niños del Viet-Nam. Sobre Toribio García tuvimos la oportunidad de leer un ensayo preparado sobre la lucha del malogrado camarada en la plenitud de la vida.
 
Del libro del Papel del Indio en la Guerra de Independencia nos impresionó lo acucioso de la investigación, porque no solemos leer de historia, pero la historia que leemos no toma en cuenta los diversos roles de las etnias indígenas en la gesta emancipadora, algunas al servicio de la causa libertaria y otras al servicio de la causa realista.
 
Con este texto hubo la posibilidad de llevar a Emigdio a ocupar una silla en la academia de la historia, pero no ocurrió así, y es de imaginar que los miembros derechistas que ocupaban la mayor parte de los asientos, habrán hecho lo posible por negarle al Camarada Cañizales tal honor.
 
Sin intentar hablar de toda su obra literaria, que no la hemos leído a cabalidad, comentamos que el libro Fuente Maestras de Atención Primaria en Salud que prologamos en su oportunidad, nos pareció como un informe de vida de su labor por la salud y seguridad de los trabajadores y trabajadoras, y nos enseñó que el trabajo puede ser fuente etiológica, es decir, la causa de casi todos los estados morbosos de la población en general y no solamente de la población trabajadora.
 
Como gremialista médico aparece entre los miembros fundadores de la Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo, la Sociedad Venezolana de Toxicología Clínica y la Sociedad Venezolana de Salud Pública.
 
En la Federación Médica de Venezuela tuvo tan destacada actuación que logró, apoyándose en la fracción de médicos comunistas, entre otras, dos conquistas muy importantes, una que la Federación le dedicara una Asamblea Ordinaria, solamente al tema de Salud y Trabajo, lo cual puso a muchos médicos a pensar en como su propia vida y salud se podían ver comprometidas, por las condiciones de trabajo en el sector sanitario, evento que se desarrolló poco después de haber logrado la edición de la Declaración de Tucupita.
 
La otra conquista es aun más relevante comentarla, logró que Federación Médica de Venezuela convenciera al entonces Presidente Pérez que nombrase la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales, la cual le tocó coordinar y como tal producir el Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales y el anteproyecto de la LOPCYMAT original.
 
El anteproyecto de la LOPCYMAT fue afinado desde el punto de vista normativo por el eminente jurista Enrique Agüero Gorrín, para entonces Consultor Jurídico de la Federación Médica y a quien, años mas tarde, el Presidente Chávez lo nombrase primer Presidente del INPSASEL, a propuesta del camarada Pedro Ortega Díaz, cargo que no pudo desempeñar por el saboteo al cual lo sometieron las entonces autoridades del Ministerio del Trabajo y del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, de eso podemos dar fe de primera mano porque nos correspondió, por designación también del Presidente Chávez ser el Suplente del Presidente del INPSASEL, figura que quedó eliminada con la reforma de la ley en 2005.
 
En la desaparecida revista de la Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo, escribió Emigdio importantes ensayos sobre los problemas de la salud de los trabajadores y en la Asamblea de la Sociedad Venezolana de Salud Pública realizada en Tucupita en 1974 logró junto a su eterno camarada de luchas, el Dr. José Rafael Felice, que este gremio emitiera la Declaración de Tucupita (1974), mediante la cual, por primera vez algún ente gremial se pronunció sobre la necesidad de disponer en Venezuela, de una legislación que recogiera en un solo cuerpo, las dispersas normas sobre seguridad y salud en el trabajo contenidas en la Ley de Sanidad Nacional (ahora Ley Orgánica de Salud Pública), la Ley del Seguro Social y la Ley del Trabajo (ahora Ley Orgánica del Trabajo).
 
Como luchador por la causa de los explotados aparece entre los fundadores de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), el Sindicato de Escritores, el Sindicato Único de Empleados Públicos de la Salud (SUNEP-SAS). Fue asesor de la CTV y de la CUTV. Por sus aportes a las luchas de la clase obrera fue galardonado por FESINLARA, organización sindical que dirigiera otro titán de la lucha clasista, el recordado camarada Pedro Abarca, con la orden “Máximo Gutiérrez” y por el Sindicato de Escritores y Artistas de Stalingrado (URSS), hoy Volvogrado (Rusia) con la Insignia del Sindicato.
 
Su identificación con la clase obrera fue la causa por la cual los anglo-holandeses de la Shell lo sacarón de la Refinería de Cardón, desde donde lo habían enviado a realizar su postgrado de medicina del trabajo en Inglaterra, ya que siendo profesional, en una época en que era muy mal visto que los profesionales se codearan con obreros, Emigdio aceptó ser candidato a presidir el club social y deportivo de los trabajadores de la refinería, cargo que ganó pero perdiendo su puesto en la industria petrolera.
 
Cuando a finales de los setenta un grupo de profesionales nos acercamos como colectivo a prestar nuestro apoyo voluntario a los sindicatos comunistas en materia de seguridad y salud en el trabajo, Emigdio fue el primero en apoyar tan entusiasta idea, porque siempre visualizó, la alianza de los profesionales con la clase obrera.
 
Su espíritu de lucha fue infinito. Emigdio se puso una meta que ahora después de 35 años de la Declaración de Tucupita, se ha hecho realidad, el INPSASEL. Fueron muchas las situaciones que él debió enfrentar, pero como líder y maestro, supo dar la lección para que numerosos colectivos profesionales, especialmente lo que hemos hecho vida universitaria, los colectivos sindicales y los colectivos políticos, se entrelazaron para alcanzar estas conquistas.
 
Una rápida cronología nos permite visualizar lo anterior. En 1974, la Declaración de Tucupita, en 1977 la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales, el Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales y el ante-proyecto de la LOPCYMAT.
 
Recordemos que ese informe presentó dos grandes conclusiones, una que el gobierno debería haber declarado en emergencia las condiciones de seguridad y salud en el trabajo en Venezuela, producto de la gravedad de los datos presentados en dicho informe, y la otra, que se requería una ley que centralizara los servicios que en esta materia se encontraban dispersos en los diversos ministerios e institutos de seguridad y salud ocupacionales.
 
Presentado el Informe, la Comisión encabezada por Cañizales Guédez debió enfrentar el saboteo del Ministerio del Trabajo. El Ministro Manzo Gónzalez, un adeco al servicio del capital privado, como fueron casi todos los ministros del trabajo en la cuarta república, trajo al país a un importante grupo de profesionales de la OIT integrantes del Programa Internacional de Ambiente y Condiciones de Trabajo (PIACT) para que elaborasen también un informe sobre nuestro país.
 
Las conclusiones de ambos informes fueron coincidentes, pero la gran diferencia estuvo en la responsabilidad ante los daños a la salud y la vida por las condiciones y medios de trabajo. La Comisión Cañizales, como se le llegó a llamar entonces propuso que, siendo el empleador el dueño de tales condiciones y que además producto de su condición de propietario, se apropia del trabajo humano de otros, debería ser responsable, civil y penalmente de no ofertar seguras y saludables condiciones y ambiente de trabajo, mientras que el PIACT recurría a la tradicional figura del tripartismo oiteco: gobierno, empresarios y trabajadores; diluyendo de esa manera la responsabilidad del dueño de los medios de producción ante los daños a la salud física y mental de su personal.
 
Es de recordar que ambos ante-proyectos de ley fueron al CAJAP, especie de Comité o Comisión de Asesores Jurídicos de la Administración Pública y que por su consistencia científica y jurídica, fuerza moral y calidad del trabajo, se aprobó el ante-proyecto de la Comisión Cañizales, quedando desdeñado el anteproyecto del Ministerio del Trabajo.
 
En 1978 los sectores sindicales de la CTV se comprometieron con promover la discusión de la ley en el desaparecido Congreso de la República, cosa que no hicieron posteriormente, porque con la llegada de Luis Herrera a la Presidencia de la República optaron por la lucha economicista, enmarcada en una ley general de aumento de sueldos y salarios, rompiendo así su compromiso con la Comisión Presidencial de Riesgos Profesionales.
 
Emigdio no se amilanó, sino que optó por continuar con la lucha política y así en las elecciones de 1983 es electo diputado junto con su camarada de partido, el jurista Pedro Ortega Díaz. También llegaron al parlamento algunos de los sindicalistas de partidos políticos, hoy ubicados en la derecha política venezolana, quienes bajo la influencia de Emigdio volvieron a comprometerse con el rescate de la ley.
 
En 1984 ocurre un caso importante de contaminación con polvos de sílice, en la empresa Nalco de Anaco, Estado Anzoátegui, lo que aprovecha Pedro Ortega Díaz para que se someta a discusión en el parlamento ese anteproyecto de ley, que ya llevaba varios años en alguna gaveta del antiguo Congreso de la República. En las discusiones surgió la propuesta, de que el Congreso ratificara el Convenio 155 de OIT sobre Seguridad y Salud en el Trabajo y así se hizo.
 
Cuando se aprueba la LOPCYMAT en 1986 no creíamos que esa alianza de los sectores obreros en el parlamento así lo permitiera, conociendo sobre todo las grandes traiciones que los adecos y otros sectores políticos habían hecho en el pasado. Pero sucedió un hecho que vale la pena rescatar en este breve recuento. La razón por la cual, los sindicalistas adecos no se vieron presionados por Fedecámaras fue que en el parlamento se estaba discutiendo una ley que hubiese permitido privatizar a la Petroquímica de Morón, con un proyecto llamado Pentacom. Los capitalistas descuidaron la LOPCYMAT, por eso, en cuanto el entonces presidente Lusinchi la promulga comenzaron a atacarlo con mucho éxito, tanto que la misma no se aplicó sino en contados juicios laborales, hasta que llegó el Presidente Chávez y puso en marcha el INPSASEL.
 
En un acto público organizado por el segundo presidente que dirigió los destinos del INPSASEL, el camarada Francisco González, la Ministro del Trabajo le confirió a Emigdio la Orden del Trabajo, que para él no significaba nada, ya que su máxima realización era el instituto mismo, lo que se evidenció en la emotividad de las palabras del anciano luchador.
 
Los ataques a la LOPCYMAT por parte de los empresarios y funcionarios reaccionarios, lograron que antes de la llegada de Chávez al gobierno, la ley fuera obviada, desde su promulgación, pero cuando el segundo mandato de Pérez fue interrumpido por los hechos de corrupción en que estuvo incurso el llamado bachiller de Rubio, y asumió la primera magistratura del Estado el Dr. Ramón J. Velásquez, nuestro camarada Cañizales, aprovechando la amistad con el historiador lo visitó y logró que se pusiese en marcha el Consejo Nacional de Prevención, Seguridad y Salud Laborales (CONPSASEL), instancia que se pudo reunir solo un par de veces, porque a la llegada del segundo mandato del Presidente Caldera, el Ministerio del Trabajo no convocó a mas reuniones, actitud que aun mantiene.
 
El lado humano que mas recordamos de Emigdio se presentó cuando su adorada Lourdes, su esposa, la compañera fiel, secretaria y organizadora de su vida familiar desarrolló el mal de Alzhaimer, por lo que él renunció a su ascenso en la UCV para dedicarse en cuerpo y alma a su pareja, cosas de románticos y soñadores que tanto hacen falta en nuestra patria.
 
La desaparición de Emigdio, una madrugada del 3 de mayo de 2005 fue para nosotros solo la pérdida física del guía, del maestro que aleccionó con el ejemplo, y por eso fue dura, aunque espiritualmente el camarada no se ha ido, porque su romanticismo vivirá en el corazón de quienes consideramos que el trabajo sólo debe ser fuente de riqueza espiritual, del mejoramiento de la calidad de vida de toda la población y no la base para los homicidios laborales ni del lucro individual, conceptos que Emigdio tanto manejó y combatió y que debieron servir para formar su espíritu de servicio social.
 
Del libro Voces Vegetales siempre recuerdo el inicio del poema Relación del Juramento que escribiera estando detenido en los calabozos de la Digepol en 1964 hacia el final de la lucha armada y que comienza así:
En estas coplas refiero así pase lo que pase por mi conciencia de clase comunista vivo y muero.
 
Cada una de las líneas anteriores son a su vez la última línea de cada estrofa, así ese poema presenta como última estrofa la siguiente:
Por la mujer que amamanta la miseria en sus entrañas Por el que tumba montañas para crear riqueza tánta, mientras sus hambres espanta comiendo luz del lucero por el niño pordiosero que vive de luna y sueño, juro, que con todo empeño Comunista vivo y muero.
 
Por eso ya conocedor de su inminente partida nos dio sus instrucciones finales; deseó que su cuerpo llevara una camisa blanca con una sobresaliente corbata roja, que en su cabeza llevase la boina roja, que sobre su ataúd se colocará la bandera roja de la hoz y el martillo de su histórico Partido Comunista, que ningún cura ni nadie rezara ante él y que al momento de bajarlo a la sepultura lo despidiéramos cantando el Ohh Bella Chao y la Internacional Comunista, así fue Emigdio, comunista hasta el último momento, fiel a los principios, creemos que esa es la gran lección para los que seguimos sus pasos.
TOMADO DE:
www.larevolucionvive.org.ve
Eric Omaña Caracas 27.A.2009
 
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